Acoso escolar
El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, matoneo escolar, maltrato escolar o en inglésbullying) es
cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo
determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el
nombre específico de ciberacoso.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y
patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar
suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo
ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
El acoso escolar es una
especie de tortura,
metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el
silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.1
Este tipo
de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada
a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en
tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o
percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así,
expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como
consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte
del diagnóstico); es
común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y
que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En
algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias
propias del hostigamiento hacia las personas sin límite de edad.
Suelen
ser más proclives al acoso escolar aquellos niños que poseen diversidad funcional, entre
las cuales se pueden contar el síndrome de Down, el autismo, síndrome de Asperger, etc.2
El
psicólogo Dan Olweus es el primer estudioso del tema, y como tal comienza a
preocuparse de la violencia escolar en su país, Noruega, en 1973 y se vuelca a
partir de 1982 en el estudio del tema a raíz del suicidio de tres jóvenes en
ese año. En Europa se estaba trabajando ya en los países nórdicos, también en
Inglaterra en donde desde hace mucho existen tribunales los bully coufls o
tribunales escolares creados en el Reino Unido. Allí existe desde 1989 una
línea directa a la que acuden aquellos que quieran consejos sobre situaciones
de acoso escolar.
En España
no hay estudios oficiales hasta un estudio del defensor del menor de 1999.
Existen programas de prevención en muchos países de Europa, en Estados Unidos y
en España han sido pioneros en Sevilla, con un programa educativo de prevención
al que aludiremos en esta información que han llevado a cabo desde 1997.
Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear
socialmente a la víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por estas conductas de
bloqueo.
Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o
comunicar con otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son
indicadores que apuntan un intento por parte de otros de quebrar la red social de apoyos del niño.
Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima
para hacerle llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el
grupo de iguales, como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido,
llorica, etc. El hacer llorar al niño desencadena socialmente en su entorno un
fenómeno de estigmatización secundaria
conocido como mecanismo de chivo expiatorio. De todas las
modalidades de acoso escolar es la más difícil de combatir en la medida que es
una actuación muy frecuentemente invisible y que no deja huella. El propio niño
no identifica más que el hecho de que nadie le habla o de que nadie quiere
estar con él o de que los demás le excluyen sistemáticamente de los juegos.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones de
hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, falta de respeto y
desconsideración por la dignidad del afectado. El desprecio, el
odio, la ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la
manifestación gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores
de esta escala.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la
imagen social del niño y “envenenar” a otros contra él. Con ellas se trata de
presentar una imagen negativa, distorsionada y cargada negativamente de la
víctima. Se cargan las tintas contra todo cuanto hace o dice la víctima, o
contra todo lo que no ha dicho ni ha hecho. No importa lo que haga, todo es
utilizado y sirve para inducir el rechazo de otros. A causa de esta
manipulación de la imagen social de la víctima acosada, muchos otros niños se
suman al grupo de acoso de manera involuntaria, percibiendo que el acosado
merece el acoso que recibe, incurriendo en un mecanismo denominado “error
básico de atribución”.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima
realice acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al
niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total de su voluntad.
El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los
que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder
social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás
que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones
implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no
deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus
hermanos.
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la
participación al niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con
las que el grupo que acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo,
tratarlo como si no existiera, aislarlo, impedir su expresión, impedir su
participación en juegos, se produce el vacío social en su entorno.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar,
amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción
intimidatoria. Con ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus
indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio,
acoso a la salida del centro escolar.
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan amilanar mediante las
amenazas contra la integridad física del niño o de su familia, o mediante la
extorsión.
esta vien chido
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